Desde hace siglos, nos han dicho que sin religión no somos mas que animales egoístas luchando por la cuota que nos toca, nuestra única moralidad la de una manada de lobos; únicamente la religión, se dice, puede elevarnos a un nivel espiritual mas alto.
Hoy, cuando la religión emerge como la fuente de la violencia asesina por todo el mundo, las afirmaciones de que los fundamentalistas cristianos, musulmanes o hindúes solamente están abusando y pervirtiendo los mensajes espirituales nobles de su fe nos suenan a huecas. ¿Y qué hay de restaurar la dignidad del ateismo? Es uno de los legados más grandes de Europa y quizás nuestra única posibilidad para la paz.
Desde hace mas de un siglo, en “Los Hermanos Karamazov” y en otras obras, Dostoyevsky nos advirtió contra los peligros del nihilismo moral sin Dios, argumentando en esencia que si Dios no existe, entonces todo se permite. El filósofo francés André Glucksmann incluso aplicó la crítica de Dostoyevsky sobre el nihilismo sin Dios al 11-S, como sugiere el título de su libro, “Dostoyevsky en Manhattan.”
Este argumento no podía estar mas equivocado: La lección del terrorismo de hoy es que si Dios existe, entonces todo se permite, incluso haciendo explotar a miles de paseantes inocentes – por lo menos a los que proclaman actuar directamente por parte de Dios, ya que, claramente, una línea directa a Dios justifica la violación de cualquier consideración meramente humana.
En poco tiempo, los fundamentalistas han llegado a no ser muy diferentes de los comunistas estalinistas “sin dios”, a quienes todo se les permitía, ya que se consideraban como los instrumentos directos de su propia divinidad, la Necesidad Histórica del Progreso hacia el Comunismo.
Los fundamentalistas hacen lo que consideran buenas obras para cumplir con la voluntad de Dios y para ganarse la salvación: los ateos las hacemos simplemente porque es la cosa correcta que hay que hacer. ¿No es esa nuestra experiencia más elemental de la moralidad? Cuando yo hago una buena obra, la hago no con el objetivo de ganar el favor de Dios; la hago por que si no la hiciera, no podría mirarme en el espejo. Una obra moral es, por definición, su propio premio. David Hume hizo esta puntualización agudamente cuando escribió que la única manera de mostrar verdadero respeto por Dios es actuar moralmente mientras ignoras la existencia de Dios.
Hace dos años, los europeos estaban debatiendo sobre si el preámbulo de la Constitución Europea debía mencionar el cristianismo. Como siempre, se negoció un compromiso, una referencia en términos generales a la “herencia religiosa” de Europa. ¿Pero donde estaba el legado más preciado de la Europa moderna, el de ateísmo? Lo que hace única a la Europa moderna es que es la primera y única civilización en la cual el ateismo es una opción enteramente legítima, no un obstáculo para ocupar cualquier puesto público.
El ateísmo es un legado europeo por el que vale la pena luchar, cuando menos porque crea un espacio público seguro para los creyentes. Consideren el debate que consumía a la opinión pública en Ljubljana, capital de Slovenia, mi país, mientras hervía a fuego lento la controversia constitucional: ¿debe permitirse a los musulmanes (principalmente trabajadores inmigrantes de las antiguas repúblicas yugoeslavas) construirse una mezquita?
Mientras los conservadores su opusieron a la mezquita por razones culturales, políticas e incluso arquitectónicas, el semanario progresista Mladina fue consistentemente vociferando con su apoyo a favor de la mezquita, en línea con su preocupación por los derechos de los que provenían de otras repúblicas yugoeslavas.
No sorprende, dado sus actitudes progresistas, Mladina fue tambien uno de las pocas publicaciones eslovenas de reproducir las caricaturas de Muhamed. Y conversamente, los que mostraron la mayor “comprensión” hacia las protestas violentas musulmanas que los dibujos causaron fueron los mismo que regularmente expresaron su preocupación por el destino del cristianismo en Europa.
Eastas alianzas extrañas (contra natura) enfrentan a los musulmanes europeos con una elección difícil: la única fuerza política que no les reduce a ser ciudadanos de segunda clase y que les permite el espacio para expresar su identidad religiosa son los progresistas ateos “sin dios”, mientras que los mas cercanos a sus práctica social religiosa, su imagen especular cristiana, son sus mayores enemigos políticos.
La paradoja es que los únicos verdaderos aliados de los musulmanes no son los que publicaron primero las caricaturas por su valor de choque, sino los que, en apoyo del ideal de la libertad de expresión, los reprodujeron.
Mientras un verdadero ateo no tiene necesidad de fortalecer su propia postura mediante la provocación a los creyentes con blasfemias, también se niega a reducir el problema de las caricaturas de Mahoma al respeto por las creencias de otros. El respeto por las creencias de otros como el valor mas alto solamente puede significar una de dos cosas: O tratamos al otro de forma condescendiente y evitamos herirle para no arruinar sus ilusiones, o adoptamos la postura relativista de múltiples “regímenes de verdad”, descalificando como una imposición violenta cualquier insistencia sobre poseer la (única) verdad.
¿Qué hay de someter al Islam –junto con todas las demás religiones- a un análisis crítico - respetuoso, pero por esa razón no menos implacable? Esta, y solamente esta, es la única manera de mostrar un verdadero respeto por los musulmanes: tratarles como adultos responsables de sus creencias.
Slavoj Zizek, director internacional del Birkbeck Institute for the Humanities, es el autor de “The Parallax View.”
Slavoj Zizek The New York Times
http://www.iht.com/articles/1006/03/13/opinion/edzizek.php
TUESDAY, MARCH 14, 2006
Internacional Herald Tribune
March 15, 2006
LONDRES
http://blogs.20minutos.es/martinezsoler/post/2006/03/19/el-ateismo-legado-el-vale-pena-luchar
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